jueves, agosto 12, 2010

historia, capitulo 4

Entra en la cocina Carla, seguida por su jefe.

- A que ha venido eso, Carla?- pregunto su jefe en tono tranquilo, para sorpresa de Carla, creía que iba a regañarla.

- A que ha venido el que, estaba atendiendo un cliente.- respondió
indiferente.

- Pues vaya manera de tratar a un cliente, no crees- ahora estaba intentando encontrarse con los ojos color miel de la camarera- mira cariñet…

- Espera,- interrumpió- antes de que empieces con el sermón, no, no es mi novio, ni el de olivia, es un ex amigo nuestro, un tío muy pesado… dejemos lo ahí mejor…

- Os ha hecho algo, porque salgo y no respondo de mí,-dijo Carles en tono serio, Carla sabia que aunque las tratase siempre apáticamente, en el fondo las quería- que aunque seáis las dos camareras mas irresponsables que haya conocido nunca,- decía a la vez que colocaba su mano en el hombro de su camarera.- y llegáis tarde siempre, y os olvidéis de las cosas y…

- Esto nos va a llevar a algún sitio?- otra vez interrumpió la camarera esta vez algo avergonzada.

- Si, una para que veas que me doy cuenta de las cosas y dos para que también veas que os tengo mucho aprecio, y como ese tío se haya metido con mis camareras, cojo un cuchillo y le abro en canal.- finalizo mirando los ojos de Carla consiguiendo sacarle una sonrisa.

Ambos se quedaron mirando unos segundos, estaban realmente cerca, Carla estaba poniéndose algo nervioso.

- Hasta Olivia puede darle una paliza a Mario, no te hagas el héroe Charlie- dijo intentando romper el silencio que se había originado.

- Anda, ese era Mario?- dijo sorprendido.

- Si, ese es el tontolaba de Mario Llorens.

- Pues si que ha cambiado, esta… más… guapo?- dijo liberando el hombro de carla.

- Vaya, pues si estas interesado le pido el numero,- rápidamente jefe y empleada miraron a la puerta de la cocina, allí estaba Olivia apoyada en el marco de la puerta, con los brazos cruzados, y enarcando una ceja- vais a salir a trabajar hoy, porque yo solo tengo dos manos, sabéis.- ahora miraba fijamente a su amiga, esta rápidamente esquivo la mirada y salio de la cocina.

- Tengo que ir al banco a pagar unas cosas, quedas encargada Olivia.- dijo Carles cogiendo una chaqueta.

- De acuerdo, suerte, ah y compra chuches.-dijo sonriendo. Carles simplemente chasqueo la lengas y se dirigió a la salida del bar.

En el bar ahora se encontraban unas ocho perdonas; los universitarios, a la vista que la lluvia continuaba, decidieron seguir su reunión allí, un matrimonio que ahora ocupaban el lugar de los enamorados, y un hombre en la barra.

- Ya se ha ido el tontolaba? Ooh que pena no he podido despedirme-dijo Carla en tono sarcástico.

- Ya, estabas muy ocupada con el jefe en la cocina, eh- dijo Olivia dándole un codazo a su amiga.- espero no haber interrumpido nada,- decia mientras levantaba y bajaba las cejas.-no me lo perdonaría nunca,-coloco su mano derecha sobre su corazon.- y bueno… tú tampoco.

- Es que, enserio que te pasa hoy?, Olivia eres como los niños, la lluvia te afecta.- dijo esquivando las insinuaciones de su amiga.

- Ay amiga mía, es que no te has enterado aun, hace 18 años para 19 que te conozco a mi no me engañas.- ahora se puso frente a su amiga, comenzo a hablar en susurros- a mi no me digas que tu manera de mirar a Carles, es la manera de mirar a tu hermano, porque todos sabemos que no es verdad.

- Mira guapa, porque no atiendes a Alberto y yo voy con la parejita del rincón, eh.

- Siempre esquivando los enfrentamientos,- decía, mientras se dirigía al nuevo cliente de la barra- siempre te guardas las cosas, y ya te he dicho que no es bueno.- Carla simplemente le dirigió un gesto muy bonito levantando su dedo corazón de la mano izquierda.

Olivia empezó a reírse, mientras preparaba un café.

- Vaya día debéis llevar hoy.- dijo el hombre de la barra.

- No te creas, hoy no ha venido nadie, unas doce personas me aventuraría a decir.- dijo mientras colocaba la taza de café sobre un plato también blanco.

- Enserio? –dijo sonriendo el hombre de la barra.

- Si, es que no has visto la que esta cayendo fuera?, en la tienda cuanta gente ha entrado?

- Pues, dado que hoy no has ido a saludarnos, diría, -pone cara pensativa- unas cinco personas.

- Vaya, cinco es un buen numero.- dijo en tono sarcástico.

- Ni que lo digas, un número estupendo para estar en crisis y en el día del diluvio universal.

Ambos empezaron a reírse. Alberto era el dueño de la tienda de fotografía que estaba junto al bar. Todos los días iba a tomar un café, prácticamente a cada hora, decía que era para desconectar del trabajo y relajarse un poco.

- Toma el cenicero, que luego la que limpia aquí,- se queda callada un momento y mira a su amiga como atiende al grupo de universitarios.- es Carla- dice entre risas.

- Que mala compañera eres.- le dice Alberto cogiendo el cenicero.

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